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viernes, 29 de mayo de 2009

Embarazo y ácido fólico


La gran importancia del ácido fólico durante el embarazo empieza a ponerse de manifiesto en los últimos años, hasta el punto de que actualmente se recomienda como una buena práctica iniciar el aporte extra de ácido fólico incluso antes de la concepción, a modo de preparación del embarazo.


El ácido fólico es una sustancia perteneciente al grupo B de las vitaminas, la vitamina B9, que juega un importante papel en la prevención de determinadas malformaciones en el sistema nervioso del feto. Malformaciones tanto en el cerebro, por ejemplo la anencefalia, como en el tubo neural, por ejemplo la espina bífida.


Este tubo neural será el encargado de formar, conforme avance el embarazo, la médula espinal y los nervios motores. Se forma alrededor del día 28 después del momento de la concepción y en ocasiones puede ocurrir que no llegue a cerrarse correctamente dando lugar a la malformación más frecuente en el tubo neural; lo que se conoce como “espina bífida”, o “espina abierta”. La espina bífida, que puede afectar tanto a la médula espinal como a la columna vertebral, dependiendo de la gravedad puede no presentar síntomas aparentes, o por el contrario puede dejar completamente expuesta la médula espinal causando parálisis, dificultades para controlar la vejiga y los intestinos, etc.


Las causas de esta malformación congénita no se conocen con precisión, los factores ambientales y hereditarios podrían jugar un papel importante en el proceso, pero lo cierto es que la mayoría de casos se dan en familias sin antecedentes lo que lleva a pensar que cualquier pareja tiene un cierto riesgo de tener un hijo con este problema.


Lo que sí parece haber quedado bastante claro tras diferentes estudios médicos es que el ácido fólico disminuye notablemente las posibilidades de que el feto desarrolle esta malformación. La madre deberá tener las suficientes reservas de ácido fólico en su organismo en las etapas iniciales del embarazo como para que la formación del tubo neural pueda llevarse a cabo sin problemas. Dado que como hemos visto el tubo neural se forma antes de que termine el primer mes de embarazo, en ocasiones incluso antes de que la madre sea totalmente consciente de su nuevo estado, resulta prudente que la futura madre inicie el consumo de un extra de ácido fólico justo al tomar la decisión de tener un hijo y continúe hasta alrededor del tercer mes de gestación.


En condiciones normales no hay una dosis diaria establecida firmemente. Se recomienda unos 400 microgramos al día como mínimo, y no sobrepasar el miligramo sin supervisión médica. En casos de riesgo (madres que hayan tenido anteriormente un bebé con esta malformación, o que tengan determinadas anemias como la talasemia) el médico puede prescribir dosis mayores, de hasta 4 ó 5 miligramos. Pero siempre bajo control médico.


Este extra de ácido fólico podemos encontrarlo en complejos vitamínicos de venta en farmacias que nos garantizarán el aporte mínimo diario. Pero también podemos encontrar ácido fólico consumiendo determinados alimentos frescos como por ejemplo frutas, verduras de hojas verdes, y cereales. Hoy en día en muchos paises podemos encontrar también alimentos enriquecidos, fortificados, con ácido fólico: algunos cereales, pan, etc. Que un alimento sea enriquecido en ácido fólico deberá encontrarse claramente indicado en el etiquetado.

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